Judas Iscariotes

Roni Ricardo Maia

En este artículo, veremos el ejemplo de Judas Iscariote, un hombre que, a través del suicidio, marcó el final de su vida en la época de Jesús. También discutiremos su recuperación de su acto culpable en la vida espiritual. El relato aparece en el Evangelio de Mateo (capítulo 27, versículo 5) y en los Hechos de los Apóstoles (capítulo 1, versículo 18). Optamos por el relato del evangelista Mateo, que muestra que Judas se ahorcó inmediatamente después de sentir remordimientos por su traición.

Las magnánimas intercesiones de Jesús y de su madre, María de Nazaret, para fortalecer a un Espíritu confundido con el nefasto acto del suicidio, merecen ser destacadas en nuestras disertaciones, a partir del bello texto del poema Retrato de una Madre, dictado por el Espíritu María Dolores y psicografiado por Francisco Cândido Xavier. La piadosa mujer entró en las fosas del sufrimiento donde se había alojado Judas y lo consoló, proponiéndole una nueva reencarnación reparadora para fortalecer el suicidio equivocado.

Para comprender mejor el episodio, recurriremos a las explicaciones del Espíritu Humberto de Campos, a través de la psicografía de Francisco Cândido Xavier, en la obra Crônicas de além-túmulo. El reportero de ultratumba se encontró en Tierra Santa con el expresivo Espíritu que había sido calificado por la humanidad cristiana como sinónimo de traición, hecho que le repercutió a lo largo de los siglos. Más adelante comentaremos este hecho comprometido con los males derivados del acto culpable de eliminar la vida física.

El autor espiritual nos describió el paisaje físico que visitó en la famosa Jerusalén secular, así como las regiones de Getsemaní, Gólgota y el valle del río Cedrón, que se conocieron a través de los antiguos escritores evangélicos. Nos dejó claro que el ser inteligente puede revisitar mnemotécnicamente las fases históricas de alguna parada terrenal. También dejó claro que es posible la permanencia de espíritus en las ruinas de edificios de la época del Imperio Romano, debido a la extrema ignorancia.

Humberto de Campos vio un ser lúgubre a orillas del río Cedrón, y una voz de lo invisible le dijo que se trataba de Judas, que regresaba al entorno en el que había vivido debido a la impregnación del pasado, aún muy latente -suele regresar a la ciudad de Jerusalén en la época de las tradiciones de la Pasión de Cristo-. Como entrevistador, Humberto de Campos se acercó a él, pidiéndole confirmación de su personalidad, y vio que era Judas, que estaba allí de visita.

En ese momento coloquial, el reportero le preguntó sobre la traición y condena de Jesús, con la que Judas había colaborado, basándose en los motivos publicitados por los seguidores de Cristo. Judas le dijo que los registros no eran fieles a su verdad. En realidad, quería librar a su maestro de la tiranía del Estado romano. En vano, planeó un guión en el que Jesús sería el vencedor del poder temporal de los romanos. Pero no funcionó.

Ante el arresto, condena y crucifixión de un hombre justo, y abrumado por el remordimiento, Judas buscó el autoasesinato como alternativa. En su opinión, sería una remisión de su culpa. El Espíritu Humberto de Campos le preguntó si se había liberado de aquel remordimiento milenario, y el apóstol equivocado le dijo que se había purgado de aquel acto ilícito durante siglos, sin liberarse del sentimiento de culpa.

Judas le explicó que le habían exigido cientos de años de expiación, desde la persecución romana de los cristianos hasta el final de sus romances terrenales en la hoguera durante la Inquisición. También afirmó que, al igual que el Maestro, fue traicionado, comercializado y apropiado, hasta que fue rescatado en el siglo XV en Europa. El escritor Hermínio C. Miranda (que se hacía llamar João Marcus), en su libro Candeia na noite escura, registró que Judas era la heroína francesa Juana de Arco en una de sus reencarnaciones.

En aquel momento, el Iscariote nato recapitulaba su ciclo de experiencias y elevación moral. Sólo lamentó que, en el momento en que se recuerda en la Tierra el martirio de Cristo, su nombre sea identificado como el de un traidor. También alabó el amor incondicional de Jesús por él y por todos aquellos que habían vinculado erróneamente la imagen de Cristo a los negocios terrenales, utilizándolo equivocadamente como un producto comercial. A continuación, Judas se alejó y se dirigió al lugar del Santo Sepulcro.

En el libro Estante da vida (Estante de la vida), dictado por el Hermano X (Humberto de Campos) y psicografiado por Francisco Cândido Xavier, hay otra narración sobre la acción magnánima de Cristo crucificado hacia Judas en el momento de su tortura en el Calvario. En el texto titulado «El ángel solitario», Jesús susurra una petición a un mensajero de la caridad inaudible para los hombres. Se trataría de la petición de ayuda y apoyo a Judas en Jerusalén.

También encontraremos en el libro Pelos caminhos de Jesus (Amélia Rodrigues, dictado a Divaldo Pereira Franco) la lección «O anjo da misericórdia» (El ángel de la misericordia), que explica los momentos entre bastidores de la crucifixión. Al igual que el Hermano X, el autor espiritual nos habla de las entidades sublimes que aparecieron durante aquel triste episodio, pidiendo al mártir que las siguiera. Tras sus fracasos en las acciones de fe, esperanza y caridad hacia los hombres, se desilusionaron de sus tareas.

Un ser sublime, llamado Ángel de la Misericordia, intervino en aquel momento a través de una estela luminosa que iba del cielo a la tierra. Su objetivo era ayudar al crucificado, a petición del Padre. Recibió la petición del Excelentísimo Rabí de permanecer en el mundo y llevar consigo a tres Espíritus. En primer lugar, ayudarían al soldado Longinos, que había herido cruelmente a Jesús y perdido la vista. Le devolverían la claridad apagada. Luego apoyarían a Judas, que se había quitado la vida. A continuación, consolarían a Pedro, abatido y dolorosamente arrepentido.

En el bello poema Retrato de mãe (Retrato de madre), el Espíritu María Dolores, a través de la psicografía de Francisco Cândido Xavier, describió, con peculiar riqueza de detalles y amplia simplicidad textual, la intervención de María de Nazaret en las grutas del sufrimiento donde se había alojado el suicida arrepentido. Este Espíritu superior se comprometió a ayudarlo en futuras reencarnaciones reparadoras.

Se trata de una noticia apropiada en vista del mandato mesiánico de Cristo en la Tierra. Exaltan su interferencia con los afligidos y los deudores. El propio Judas Iscariote ensalzó el amor de Jesús por todos sus hermanos en su ardua peregrinación por el planeta. Al igual que ocurrió con el apóstol que traicionó al Mesías, varios hombres en quiebra moral han sido resucitados y transformados a lo largo de los siglos.

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