En el mundo habrá pruebas
Roberto Tavares
Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis pruebas, pero confiad: yo he vencido al mundo. Este pasaje, según el Evangelio de Juan, fue dicho por Jesús a sus discípulos para prepararlos para lo que sucedería al propio Cristo, como en el resto de la vida de sus verdaderos seguidores. Como el Espiritismo es una doctrina cristiana, sus adeptos se basan en las enseñanzas dejadas por Jesús para tener una vida mejor, más plena e integrada a la Ley de Dios, tanto dentro como fuera de la materia.
Considerando este pasaje del Evangelio, podemos referirnos a las palabras de los Espíritus Superiores cuando respondieron a Kardec sobre la finalidad de la encarnación: Dios les impone la encarnación para que alcancen la perfección. Por lo tanto, estar en la carne no es un castigo, sino una oportunidad para que todos crezcan como almas inmortales. Sabiendo esto, es importante que empecemos a ver las pruebas, como nos guía el maestro Nazareno, como una oportunidad para evolucionar en algún momento de nuestras vidas.
A menudo, estas pruebas nos llegan indirectamente, es decir, nos golpean a través del sufrimiento de aquellos a quienes amamos. ¿Y cómo debemos comportarnos en esta situación? ¿Cómo evitar el sufrimiento por la pérdida de un ser querido o por una enfermedad grave que afecte a quien amamos? El Espiritismo nos ofrece consuelo.
En primer lugar, debemos tener siempre presente que la contingencia no existe, que nada es casual, que hay algo mucho más grande que nosotros que guía cada momento de nuestras vidas, algo que ha creado armoniosamente tanto las partículas más pequeñas del interior de una célula como la gravitación de innumerables orbes dispersos por el espacio exterior. Por tanto, la misma ley que guía el crecimiento de una semilla hasta convertirse en un frondoso árbol organiza nuestras vidas. Por tanto, debemos tener fe en el amor y la justicia de este creador.
Otro punto importante a tener en cuenta es que las dificultades son necesarias para nuestra evolución como seres que existen más allá del cuerpo, que existieron antes que él y que seguirán existiendo. De este modo, debemos ver las enfermedades que afectan a nuestros seres queridos como una oportunidad para que ese ser inmortal cultive la paciencia y la fe, al tiempo que se capacita a quienes le rodean para practicar el cuidado, el amor, la compasión y la fe.
Del mismo modo, puede ocurrir que uno de nuestros seres queridos deje la vida material por la patria espiritual, por el lugar que es la verdadera vida, como nos dicen los Espíritus Superiores. En esta situación, recordemos El Evangelio según el Espiritismo, que utiliza esta máxima popular de la época de Kardec: si fueras un hombre bueno, habrías muerto. El codificador utiliza esta máxima de la sabiduría popular para explicarnos que, como nuestra vida material está llena de tribulaciones, una persona buena necesitaría menos tiempo en ella. Por lo tanto, una partida prematura puede indicar que el ser ha cumplido su misión en este mundo y que, cuando nosotros hagamos lo mismo, volveremos a estar juntos de una forma mucho mejor, porque habremos evolucionado como Espíritus a través de la encarnación.
Repito: tendré pruebas en el mundo. Sin embargo, las pruebas no son castigos ni pruebas de la maldad de Dios, son exactamente lo que el término significa: seremos probados en nuestro amor al prójimo, en nuestro sentido de la justicia y en nuestra fe. El Cordero no dijo que no habría dolor ni muerte, sino que vino a explicarnos que hay una razón para ello y que podemos superarlo dándonos cuenta de que esta vida es temporal, igual que nuestro dolor y nuestro anhelo.
1 Juan, 16:33. Traducción de Haroldo Dutra Dias en: DIAS, Haroldo Dutra. El Nuevo Testamento. Brasília: FEB, 2013.
2 KARDEC, Allan. El libro de los espíritus. Traducción de Guillon Ribeiro, 93ª ed. Brasília, FEB, 2019. Pregunta 625.
3 Idem, q 132.
4 Idem, q 13.
5 Idem, q 153.
6 KARDEC, Allan. El Evangelio según el Espiritismo. Traducción de Guilhon Ribeiro, 131ª ed. Brasília: FEB, 2019. Capítulo V, ítem 22.
7 Juan, 16:33. Traducción de Haroldo Dutra Dias en: DIAS, Haroldo Dutra. El nuevo testamento. Brasília: FEB, 2013.